Friday, October 20, 2006

Retrato de Verónica.

Ella es de sonrisa indulgente. De una gran mente, que llena el espacio de las dudas. Es amiga por naturaleza, pues otra cosa no podría ser. Es amiga, por cordialidad, pues amabilidad no le falta. Sus ojos a veces me llevan a una ventana, que es muy hermosa. Adosada con cortinas color beige, que siempre están recogidas para mí. A esa ventana me acerco, muchas veces temeroso, y pego mi nariz al cristal frío. Anhelo tanto entrar en aquella habitación, pero la cordialidad de su amistad jamás me abriría la puerta de la habitación en que se encuentra mi ventana preferida.

Camina con paso de niña. Un poco corre, otro poco salta. Cada paso es como un baile, un musical, que he seguido por años; es la melodía de un ser querido que se acerca. El vaivén de su caminar me hipnotiza por ratos, y simplemente me quedo observando como camina, mientras los recuerdo de toda una existencia, me hacen sonreír. Es bajita, pareciera una niña. Tiene el rostro dulce, una mirada misericordiosa y un perfil adorable. Al hablar ella, mis mejillas tiemblan, siento un cosquilleo en mi estómago y mis labios no pueden refrenar una sonrisa. Su hablar es fluido, elegante y muy formal. Adoro cuando pronuncia mi nombre, es como una pieza de música que me deja encantado. Sus gestos delicados acompañan a su voz, y simplemente me cautiva al hacerlo. Cuando me besa la mejilla siento las nubes, una rosa y las más suaves plumas, además de un nuevo resurgimiento de una sonrisa. Es coqueta, y su coquetería es terrible para mí. Sus coqueteos son puros, castos, y por lo tanto dulces, sutiles, atreviéndose a dar una sonrisa, acompañada de un brillo especial de los ojos: una mirada que anhelo recibir.

Es amiga, y la quiero con el alma entera. Susurra versos en mi oído últimamente, a través de la distancia que nos separa. Ha pasado de querer a amar. De amiga a Musa. Pero creo que no le va a agradar el saber de esto que ahora escribo. Verónica es amiga, y nada más. Puesto que así lo siente, así lo siento yo también. Mientras ella esté, yo estaré. Mientras ella respire, respiraré. Desearía dejarlo todo por cumplir sus sueños. Ser su ángel eterno. Que no me viera tan siquiera, que no sepa que estoy a su lado. Tan solo protegerle, ayudarle, consolarle, sin que lo pueda saber, puesto que es amiga. Desearía estar a su lado por siempre, no separarme de ella. No importa si no me ve, no importa si no se percatara de mi presencia, con que yo la pueda ver, cuidar, mirar, mi vida tendría sentido, tendría una razón poderosa para vivir. Sería poseedor de la sonrisa más perenne, de una sonrisa eterna.

Puesto que Verónica es amiga, ella leerá esto. Salud, amiga, perdona robar tu esencia y plasmarla en estas líneas. Solo me urgía expresar lo que eres dentro de este corazón que se alimenta de historias y poesía, como los elfos de los cuentos solían vivir. Ven, Verónica entiende todo. Todo lo escucha y lo piensa. Ella todo lo perdona. Me enseñó que no hay perfecta, que sólo hay ideal, y al hacerlo me hizo caer en cuenta, que la ideal tal vez sea ella. Sonríe Verónica, amiga mía. Te he retratado con mis letras, y esta es mi última pincelada. Verónica es lo que más me haría llorar, y lo que me hace siempre sonreír. Es tan solo una hermosa niña. Es tan solo mi amiga. 

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