Thursday, October 15, 2009

Mentiras

¿Condenarme puede por mi falta
y enviarme al infierno inclemente
de la soledad que me atrapa?

No se ha ido
yo la dejé partir
por la voluntad que a mi razón se ata.

¿Cómo no sentir envidia
de su compañía perenne
y su sonrisa entera?

No estoy solo
ella se lo llevó todo
porque yo seré quien muera bajo el claro cielo.

¿Cómo saber si lo correcto
de mi mente y corazón
se hizo verbo?

No estoy triste
es que me desgarro todo
y el alma se oscurece al vaivén de su alegría.

¿Cómo no ser vil
si me muerde el espíritu
su felicidad marchita?

No soy malo
sino la maldad en sí
y debo alejarme para no gritar su fantasía.

¿Cómo terminar con la vida
de un amor finito
en cuya tumba me retuerzo necio?

No soy la alegría
apenas soy la soledad
que me mata cada día

Tuesday, October 06, 2009

Ausente

Yo que ya no estoy,
todavía te siento,
por entre las nubes
y en medio del viento.

Yo que ya no estoy,
todavía te pienso,
como alma distante
de un amado muerto.

Yo que ya no estoy,
sentirte ya no quiero,
yo fui la tormenta
de tu claro cielo.

Yo que ya no estoy,
consumido en tu silencio,
callo sumiso al alba
porque yo ya no te quiero.

Yo que ya no estoy,
me hundo en sufrimiento,
siento pura soledad,
siento que me voy muriendo.

Yo que ya no estoy,
todavìa aparezco
por entre las sombras grises,
que conforman tus miedos.

Yo que ya no estoy,
todavía no crezco,
y me abrasa el dolor,
de tu rencor siniestro.

Friday, October 02, 2009

Dolor

Siento aquí en mi pecho una llama que me quema las entrañas a cada paso que doy. Si supiera el mundo, lo poco que sufro, pero lo mucho que duele, no se si comprendería mi pesar. Pero se que en el fondo de mi alma no se encuentra consuelo alguno. Se ve apenas algo entre las oscuridad espesa que nubla mi mente, que la lleva hacia los pensamientos más terribles jamás forjados.

Y luego soy presa de mi destino, y del destino de los que me rodean. ¿Debo morir, puesto que todos a mi alrededor parecen muertos? ¿Deberé sucumbir a una vida superflua y sin significado, para ser parte de la masa informe que se compone de todos? ¡Pardiez, jamás! Prefiero estar solo a negarme a mis sueños, prefiero ser repudiado a ser infiel a mis creencias. Prefiero mil veces vivir la soledad más desgarradora, a ser infiel a la sociedad y a mi mismo.

Pero duele, hondo en el alma, a cada paso que doy. Duele porque los sueños se hicieron para cumplirse y para contarse. Duele porque el presente sólo existe, y camino entre espinas. Duele porque hace tanto que no escribo letras como estas, y presiento que el Arte se escapará algún día de mis manos, y mi pluma no sabrá cómo rayar en las hojas en blanco del destino del mundo.

Thursday, July 02, 2009

Insomnio

Llega la noche y el terror cunde en mi alma. Todo el momento de soñar no está, toda la vida se concentra en evadir la somnolencia con que Morfeo domina al mundo al esconderse el sol en el horizonte. Miro fuera de la ventana frente a mi lecho, y lo único que veo es la Luna pestañear graciosamente para mí, invitándome a contemplarla y no rendirme en los sueños que me esperan, desesperados de llegar a mí, con sus premoniciones y encantos.

Mi familia duerme. Mis amigos duermen. Mi mundo entero duerme. Y yo solo me paseo, arrastrando mis cadenas, por entre los pasillos de mi casa, sin rumbo fijo, tratando de alivianar la carga fatua de mis pensamientos, intentando abrir por fin una hendidura en la pared de concreto del insomnio, para que el sueño deje por fin a mi alma descansar de mi pesar. Pero no puedo.

Parece tanto tiempo desde que saludé por última vez al sol de buena gana. Mi piel se aclara, palidece, a falta del calor del astro rey carcomiéndola diariamente. Ya no puedo ver directamente al cielo, y la luz me enceguece sin que pueda evitarlo. Me estoy acostumbrando a las sombras, como si se extendieran por entre las carcomas de la tristeza de mi abandono y mi soledad. Y durante el día, por fin, duermo, pero duermo un sueño extraño, un sueño intranquilo, sin las vívidas imágenes del futuro y los vericuetos inclementes y terroríficos de las pesadillas. Duermo un sueño fatal, obligado, impío. Un sueño inerte, maldecido por la vida que a mi alrededor despierta y al cual no llega a calentar el sol. Duermo lejos de la luz, en un lecho oscuro y vacío.

Y despierto. Me encuentro frente a la desesperación. ¡Otra vez! ¡Otra vez es al insomnio a quien miro al rostro! Sus ojos rojos me fulminan nuevamente y puedo ver su sonrisa maligna vanagloriarse conmigo, su más grande condenado. Busco fuera el socorro de la luz, pero el sol hace mucho se ha marchado, seguramente molesto y decepcionado, de que no acudí a la cita en que me mostraría una vez más la vida que gira a mi alrededor mientras duermo mi mal sueño en el día. Vuelvo mi rostro de vuelta a las cuatro paredes que rodean mi lecho, y me levanto y tomo mis cadenas, mis pensamientos más sombríos, y continúo existiendo entre las sombras, la soledad y el hastío. Tomo la pluma y escribo versos. Creo por entre la maligna oscuridad de la noche sin luna, miles de sentimientos en formas extrañas plasmadas con tinta. El insomnio pasa su mano por mi espina y me consuela en su tristeza por no poder apartar sus garras de mi alma.

Y otra noche yo deambulo por los pasillos de mi casa, con las sombras en mis ojos volviéndose tan negras como la noche. El brillo de mis ojos se asemeja a la luna. Las estrellas son las dagas que el insomnio pone frías sobre mi cuerpo marchito. Se que nunca saldré de este insomnio maldito, que me carcome el alma, pero mientras, aprovecho, me salvo, me consuelo, al saber que pago mis muchos sueños perdidos, con los muchos versos que al mundo hacen falta. Tal será mi destino, y aunque muera en medio de la noche, completamente vacío y pálido entre la sombras, sabré que en mi soledad, el insomnio fue mi camino, que al recordar sus ojos rojos, mirándome vacíos, sabré que los versos que escribo no carecen de sentido.

Thursday, June 25, 2009

Reencuentro

Ha sido tanto tiempo,
Musa perdida.
Hace mucho, el amor.
Ahora, la nostalgia marchita.

Te veré llegar ajena,
como siempre lo fuiste,
y la frialdad amable,
se volverá latente.

Sentiré a mi amiga,
revivir de las cenizas,
y sonreire al decirte,
¡fue hace tanto, marchita!

Traerás tal vez en la mente,
toda mi mala poesía,
y yo sonreiré complaciente,
en mi interna alegría.

Sopesarás mi pensar,
evaluarás mi estado,
haz oído rumores,
de que me he marchitado.

Yo torceré el gesto,
como quien mece la cuna,
me mostraré sereno,
ante mi ira que cunda.

Solo te diré palabras,
que suenen cual tristes ecos,
tu ya me habrás olvidado,
en los vericuetos del tiempo.

Yo recordaré tus cartas,
tan vacías en tu silencio,
recordaré las tardes,
en que ignoraste mi cuerpo.

Me hundiré en el consuelo,
de que al final no fue eterno,
que te dejé hace mucho,
tan largo y cruel, tiempo.

Y tú jamás sospecharás,
que mi crudo silencio,
aún se pregunta a veces,
si renacerás en el tiempo.

Sunday, June 21, 2009

Sobre la ciudad

Cada día veo mi ciudad ponerse un poco más gris. Veo una nueva carretera, un nuevo poste de luz. A mi alrededor, los árboles caen con sus silenciosos gritos, en medio de sollozos completamente callados. Todo a mi alrededor, se está volviendo gris.

De pequeño, en mi inocencia, soñaba con el día en que mi conciencia se termine de formar, y pueda discernir y apreciar el mundo a mi alrededor. Soñaba siempre con las tardes frescas, leyendo libros a la sombra de un fuerte árbol, de tronco grueso y hojas de un verde muy vivo. Soñaba con el aullido de los lobos en la lejanía de las montañas, en el rumor frío de los ríos al cruzar velozmente por entre el pasto verde, cargado de rocío. Soñaba con la luz de la luna pintando de plateado los campos nocturnos.

Soñaba que mi día sería hermoso. Me recordaría temprano, con el sonido de los gallos cantanto en discordante barullo desde mi pueblo y los pueblos cercanos. Me tomaría un vaso de leche (aunque la odie) y saldría a escribir poemas con el alma adormecida.

Pero al crecer, me percaté que en mi ciudad habían cada vez menos árboles. El color marrón de la tierra y el verde de las plantas, los arbustos, el pasto y los árboles, se marchaba en silencio, desplazado por nosotros los humanos, que llegamos como intrusos a tomar el suelo que por tanto tiempo fue suyo. Los animales también, se fueron alejando, alejando, sin quedar más que las golondrinas en los cables del teléfono.

A veces, me pongo a pensar en los últimos rezagos de naturaleza en medio del mar de gris cemento. Pienso en si las ramas de los árboles no se sentirán incómodas al tratar de bordear la tierra bajo la capa de duro concreto. Si las patas de los pájaros, acostumbradas al suave rozar del césped o los mullidos retazos de tierra en medio del verde pasto, no estarán ásperas y curtidas por el tacto rústico y cruel del cemento.

Y por último, pienso, en que gracias a Dios, los hombres no dominamos el cielo, porque de ser así, no tendríamos ya las nubes, ni la luna, ni las estrellas, ni nada de lo que nos hace soñar y nos da esperanzas.

Mi sueño de niño era vivir rodeado de naturaleza, ahora, siento que poco a poco voy tomando yo mismo el tono gris que me rodea. No soy ni blanco ni negro. No soy verde como un gran prado. No soy azul como el mar inmenso. No soy rojo como una rosa silvestre. No soy amarillo como un sol que se puede ver claramente en el horizonte. No soy de los colores de una vida llena de paz. Me voy convirtiendo, muy a mi pesar, en parte de esta masa gris que llamamos ciudad.