Monday, September 25, 2006

Mi pasado se transforma en insomnio.

Día a día me encuentro solo, a pesar de estar rodeado de personas. Al no estar en la Universidad, me siento además inútil. Y el hecho de que no hago nada me tiene muy aburrido, me consume en un sopor somnoliento que vive conmigo, y que se ha transformado en algo parecido a respirar. A veces siento que me ahoga. En mis esfuerzos por hacer algo, llego a escribir, pero por alguna razón, la luz, el ruido, y mi propio cuerpo, parecen limitantes al momento de plasmar mi alma en el papel. O tal vez es que últimamente he estado pensando demasiado en mi pasado.

La hora de acostarme, se ha convertido en la hora que más temo que llegue durante todo el día, porque una vez que llega, no hay nada que me salve de enfrentarme a la realidad. Parece que mi conciencia tiene el mismo horario de trabajo que el de los seres más funestos de la sociedad. Como ellos, mi conciencia despierta de noche, y comienza a acuchillar mi alma, a robarme el sueño y dejarme tirado en el asqueroso suelo de mis propios pecados. Pero además, me muestra lo que durante el día trato de evitar ver, me hace recordar lo que la luz del sol me ayuda a olvidar: mi pasado. Me he convertido en un insomne eficiente. No concilio el sueño, pues las sombras que más asestaron traicioneras puñaladas en mi espalda, habitan mi mente. Los funestos acontecimientos se presentan en nítidas imágenes en el cine cruel de mi memoria. Veo otra vez como mi amiga se alejaba de mí. Me veo de nuevo rodeado de los que eran mis amigos, tratando de acabar con mi existencia, tratando de frenar mi respiración. Veo también a aquella mujer, aquella maldita mujer, que se retuerce en medio de tantos hombres, y llenaba mis oídos con las palabras más dulces, que luego se transformaban en las mentiras más amargas. Veo todo lo que más odio en el momento en que me acuesto en mi cama, como un convaleciente enfermo se acostaría en su ataúd, conciente que se presta al tortuoso descanso de la muerte. Lo que nos diferencia es que él tiene la esperanza del Cielo, o áun el reconfortante saber del Purgatorio. Pero yo sé que al acostarme solo me espera un maldito Infierno: el de mis más terribles recuerdos.

Soy el más inconsolable de los insomnes.

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